domingo, 31 de marzo de 2013

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jueves, 22 de noviembre de 2012

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sábado, 10 de noviembre de 2012

NÓMADAS DEL SIGLO XXI (segunda parte)


Los pastos perdidos

 

 
Una pastora masai, un nómada mauritano, un pastor mongol y un ganadero extensivo de España. Cuatro imágenes de una realidad compartida: la trashumancia. Fotografía: R. Gamaza.


Casi 200 millones de hogares en todo el mundo viven del pastoreo. Y la cifra va en aumento. Pero esa es una situación que se da en los países pobres. En muchas áreas del mundo dedicarse a la trashumancia es la única forma de sobrevivir.

Por países es Mongolia la que está a la cabeza del número de trashumantes con cuatro de cada diez personas dedicadas al pastoreo, le siguen de cerca el Tibet, con un 24 por ciento de la población dedicada a este oficio, Kenia con un 15 por ciento y Etiopía, donde uno de cada diez habitantes es nómada. En estos países pobres el pastoreo puede llegar a ser una profesión de riesgo, como explica Joseph Kishau, pastor keniata de la tribu masai: “En Keibasha se producen asesinatos de masais cuando tratan de luchar por el derecho a la tierra para el ganado y cuando se reclama la soberanía de sus pastos, asegura.

Mientras, en el primer mundo el pastoreo extensivo está en declive y cada vez es más difícil el relevo generacional en este duro oficio. La globalización hace que este desfase produzca además mayores diferencias entre los países ricos y los pobres. Así, se importan piensos baratos del tercer mundo para alimentar al ganado estabulado del primer mundo a costa de impedir el acceso a estos alimentos a las poblaciones pobres de origen. Una política poco solidaria y que además no es rentable: “estamos expoliando al tercer mundo peor que cuando lo hacíamos con las minas oro de Sudamérica, y lo pero es que para nosotros alimentar así al ganado no es más barato”, sentenció el presidente del Concejo de la Mesta de España, Jesús Garzón, en la primera reunión internacional de pastores trashumantes ante esta forma de alimentar el ganado europeo que ya no sale a pastar.

En efecto, como suele ser común en temas ambientales, los número no se hacen al completo. No se cuantifican los daños por incendios que cada año sufren países como España o Portugal. Fuegos que tal vez no se producirían si el ganado pudiera alimentarse en los montes evitando que el matorral se secase en cantidades ingentes cada año siendo pasto para las llamas.

Así que el pastoreo extensivo no es sólo una cuestión económica, también de conservación ambiental. Los pastores han considerado la tierra desde tiempos milenarios como lo que ahora se puede considerar un área protegida. la conservación de los recursos no es sólo para estos hombres y mujeres una cuestión ética, sino de supervivencia, porque si el ecosistema se degrada lo que peligra es su propia subsistencia. “El nómada y el pastor deben ser ya considerados como gestores de la Naturaleza, del Medio Ambiente, un depositario de la biodiversidad y del aprovechamiento de los recursos naturales”, explica Jesús Garzón.

Un pastor sabe que no se puede permanecer en un mismo pasto con un rebaño mucho tiempo porque ello acarrearía un daño irreversible. Precisamente donde ha desaparecido o se ha restringido el pastoreo tradicional es donde la tierra ha sufrido incendios más virulentos. Así, paradójicamente, la declaración de espacios protegidos donde se prohíbe el pastoreo acaba siendo el peor remedio para conservar un ecosistema.

El pastoreo extensivo es también en la práctica una máquina de lucha contra los desiertos. Un rebaño de 1.000 ovejas –que es un número de cabezas habitual en cualquier cabaña europea- es capaz de producir diariamente tres toneladas de estiércol que llevan más de 100 millones de semillas que se podrían dispersar y abonar cualquier territorio con más eficiencia que un abono fertilizante químico.
La crisis del pastoreo nómada en la Europa actual acarrea no sólo para pérdida de una forma de vida ancestral sino que la desaparición de los pastores lleva consigo procesos erosivos, migraciones y aumento del cambio climático. Por tanto, mejorar las condicones de vida de los pastores no es sólo asegurar la salud del ganado, sino también la de los ecosistemas del planeta.

jueves, 1 de noviembre de 2012

NÓMADAS EN EL SIGLO XXI (primera parte)

Nómadas en el siglo XXI 


Fiesta de la Trashumancia en Madrid. / Foto: Ricardo Gamaza.




Una vez al año ocupan las calles y avenidas principales de Madrid. Son pastores trashumantes, la expresión ganadera más antigua del mundo. La fiesta de la trashumancia les permite un día al año y de manera casi anecdótica, cruzar con sus animales las que antaño fueran cañadas y veredas y que hoy están transformadas en arterias asfaltadas de la ciudad.

En España la legislación que protege desde el siglo XIII a la ganadería, permite la trashumancia a través de los 125.000 kilómetros de cañadas y veredas que tiene nuestro país, así como las 400.000 hectáreas dedicadas a la ganadería extensiva. El ser humano se hizo ganadero hace más de 10.000 años y los manejos del territorio siguen siendo los mismos que en la actualidad. Pero esta actividad milenaria se encuentra en declive frente al ganado estabulado que aumenta la producción aunque acarrea graves problemas ambientales y sanitarios.

Aunque los territorios no son muy diferentes en muchos casos, como apunta Mike Mokoro, un pastor nómada de la tribu masai de Tanzania, quien mostraba su sorpresa al llegar a España al primer encuentro de pastores nómadas del mundo y apuntaba que su tierra “es muy parecida a España; una pequeña montaña y pastos muy similares; vacas, cabras, ovejas que hay que mover en especial en la estación seca”. Pero los parecidos apreciados por ste pastor son sólo superficiales. A los pastores españoles les cuesta cada vez más mover su ganado. Trabas burocráticas nacidas a causa de enfermedades, como la lengua azul, o simplemente la ocupación legal de vías pecuarias por donde transitaba tradicionalmente el ganado, han convertido a la trashumancia española en un problema complejo de difícil solución.

Para Jesús Garzón, presidente del Concejo de la Mesta en España, explicaba en ese primer encuentro internacional de pastores que la importancia del pastoreo  es crucial para el futuro: “Que no se piense que los nómadas son algo antiguo, que no tienen sentido en el siglo XXI, sino todo lo contrario: deben ser tenidos en cuenta en la lucha contra la desertización, para lograr el desarrollo rural, para integrar a la mujer en la sociedad…”




Mike Mokoro, en el centro con otros pastores nómadas masais de Tanzania. 
Foto: Ricardo Gamaza.



Los nómadas son depositarios de conocimientos y recursos genéticos que han modelado el pasado, han permitido el presente y son la clave del futuro de la naturaleza. “La trashumancia no puede desaparecer. Precisamente con el cambio climático, la capacidad de un ganadero de no destruir su dehesa o su finca con sobrepastoreo por las inclemencias del tiempo, hace que sea crucial que pueda marcharse de inmediato y no esperar una semana o un mes, sino salir al día siguiente”, explicaba el presidente del Concejo de la Mesta.
Unos 200 millones e hogares en todo el mundo viven del pastoreo extensivo, que se desarrolla en cerca de una cuarta parte de las tierras del planeta. Cada región del mundo tiene sus especies ganaderas más características pero en todos los lugares se repite la misma estrategia de vida: seguir a las lluvias. En Mauritania, las aves marcan el camino. Tras ellas acuden los nómadas con su ganado. “Aquí en Mauritania el Estado protege las redes pastoriles –explica Tahled Boulvisi, un pastor de la región de Nuakchot- con parques y un sistema para vacunar a los animales. Se ofrecen ayudas y apoyo a los pastores, aunque teniendo en cuenta que somos un país africano con escasos recursos”.

El caso de Mauritania sin embargo es e los pocos en los que un Estado apuesta abiertamente por la defensa del pastoreo nómada. En otras partes el mundo los trashumantes están prácticamente solos. Las extensas llanuras de la Pampa Argentina son un reflejo geográfico de esa soledad del nómada. Una soledad aprendida de generación en generación con los animales como única compañía y donde el caballo, al que los gauchos consideran como un compañero de fatigas, casi como un igual, juega un papel protagonista: “El caballo es el amigo, no sólo el trasporte”, aclara Daniel Leiva, un gaucho argentino que ha aprendido esta forma de vida de sus ancestros.

En Argentina los gauchos sufren la falta de reconocimiento social, un mal ndémico que afecta a los nómadas de todo el mundo. “Es un sector, el de los pequeños productores en Argentina, muy numeroso y prácticamente invisible a los ojos de la sociedad. Pese a que aportan mucho a la economía de los países en productos primarios, los ganaderos no reciben la atención que merecen”, asegura Gabriel Palmili, del Gobierno de Neuquén (Argentina). Sin embargo, la trashumancia produce el 10 por ciento de toda la carne que se consume en el mundo.

Escucha el reportaje sonoro en: http://www.espaciopodcast.com/podcast/10704


jueves, 25 de octubre de 2012

HUERTOS COMPARTIDOS


UN PASO HACIA UNA NEOREFORMA AGRARIA: LOS HUERTOS COMPARTIDOS


La producción de alimentos crece a una media de un 25 por ciento cada década en todo el mundo. Si se toman sólo las cifras de producción láctea se obtienen un dato revelador: cada persona del mundo podría tomar un vaso de leche al día. Si hablamos de carne, la producción mundial permitiría comer 100 gramos de carne por persona al día.

Sin embargo, la estadística poco tiene que ver con la realidad. Si en 1990, según datos de la FAO, 842 millones de personas sufrían hambre, el año pasado el hambre afectaba a 1.020 millones de seres humanos: No es sólo un aumento del hambre en cifras globales, sino también en porcentaje de la población mundial.

Si globalmente se producen alimentos como para dar de comer a toda la población del planeta, ¿por qué sigue existiendo el hambre? ¿Cómo es posible que cuanto más alimento se produce, haya más hambre en el mundo? La respuesta está en el propio sistema: los alimentos se contemplan como un producto de cambio, no como un bien esencial. Por eso en algunos casos el mercado prefiere tirar los excedentes a enviarlos a zonas donde la gente pasa hambre, porque en ese caso estarían afectándose los precios.
Ahora con la explosión de la burbuja inmobiliaria gran parte de los especuladores bursátiles se han recolocado en el mercado primario y ya hay grandes especulaciones sobre productos básicos como el trigo o el maíz para influir en su precio y producir beneficios.

Ante esta situación de globalización salvaje del sistema alimentario, en 1996 durante la Cumbre Mundial de la Alimentación de la Organización par la Alimentación y la Agricultura, la FAO, nació un nuevo concepto revolucionario: La soberanía alimentaria.

¿Qué es la Soberanía Alimentaria? Es la capacidad de cada pueblo para definir sus propias políticas agrarias y alimentarias de acuerdo a objetivos de desarrollo sostenible y seguridad alimentaria. Ello implica la protección del mercado doméstico contra los productos excedentarios que se venden más baratos en el mercado internacional, y contra la práctica del dumping, o lo que es lo mismo: la venta por debajo de los costes de producción.

Este nuevo concepto, constituye una ruptura con las reglas de mercado impuestas por Organización Mundial del Comercio. La soberanía alimentaria incide además en la importancia del modo de producción de los alimentos y su origen. No debería valer, como hasta hora, producirlo todo al menor coste… se trata de ver a la agricultura más allá de cuestiones económicas, con repercusiones ambientales y sociales.
Filosóficamente y sobre el papel parece una buena y solidaria idea. Pero ¿cómo se lleva a cabo? Mediante producciones locales y en lo posible tendentes al autoabastecimiento. Parece complicado, sobre todo para los que quieran hacerse productores y no dispongan de tierra para cultivar… o al contrario: los que poseen terreno pero no saben o desean convertirse en agricultores.

Huertos compartidos es un proyecto que soluciona ese problema y lo hace contando como apoyo principal con las nuevas tecnologías, con Internet. Santi Cuerda, coordinador de Huertos Compartidos punto es,  explica que en otros países esta idea es una realidad con muchos seguidores. Santi Cuerda….

Huertos compartidos es simplemente un medio de contacto entre personas que quieran cultivar un huerto con otras que posean tierras pero no tiempo o recursos para sacarles partido. La cosecha se comparte al 50%, y ambos salen ganando al llevarse a casa fruta y verdura tan gratuita como saludable. No hay agentes tóxicos por ninguna parte… tampoco el dinero.

El mecanismo de participación es sencillo: propietarios y hortelanos se registran en la web y acceden a una lista donde localizar y contactar a posibles interesados en compartir. El registro tiene un coste simbólico de dos euros, uno para poder buscar huerto u ofrecer terreno, y otro para recibir el modelo de contrato que finalmente elijan los usuarios. "La cuota es un filtro que evita que se inscriba gente sólo por curiosidad", explica Santi Cuerda.
Para poder participar en esta iniciativa hay tres condiciones: que la agricultura practicada sea ecológica; que la cosecha no se venda, sino que sea para el autoconsumo de las partes; y que la cesión del terreno sea gratuita.

Una práctica de trueque que sin duda si se extiende puede quebrar el sistema de producción globalizada de alimentos. 

De momento, Huertos Compartidos que arrancó a principios de año, tiene ya más de medio millar de usuarios registrados, entre hortelanos y propietarios, y la web: tres uve dobles punto huertos compartidos punto es, ha recibido ya más de 60.000 visitas. Es sin duda un paso importante para crear un nuevo sistema social pensado para las personas y no para los mercados. A lo mejor esta es la nueva reforma agraria que necesita el mundo…


lunes, 22 de octubre de 2012

La e-basura, los desechos del consumismo

La e-basura, los desechos del consumismo

La basura electrónica de los países ricos es una fuente de ingresos y enfermedades en los pobres

En España se tiran cada año 646 millones de kilos de basura electrónica




En los años 50, la empresa Dupont comercializó la media de nylon. Se trataba de la primera vez que se había desarrollado un producto irrompible. Las mujeres hacían colas para comprar este nuevo producto para toda la vida. En efecto, los químicos de Dupont hicieron tal vez uno de los grandes descubrimiento textiles de la historia: un producto para toda la vida.

Sin embargo los directivos de Dupont dieron una orden de producción perversa tras las primeras ventas. Había que empeorar el producto, cambiarlo para que las medias se rompieran. ¿Porqué? Para que se convirtiera en un producto de consumo. Se acababa de acuñar el concepto de Obsolescencia planificada, la vida util de un producto para que el consumidor tuviera que seguir comprándolo una vez que este dejaba de servir o, simplemente, se rompía. El american way of life convirtió a las personas en consumidores.
Muchas impresoras incorporan un chip que cuenta el número de impresiones realizadas para tras superar un número determinado por el fabricante dejar de funcionar. Al igual que en estas máquinas, en la sociedad estas mismas empresas lograron implantar el chip de que hay que consumir y que la felicidad del ser humano se basa en la capacidad de consumo que tenga.

Ya nadie se plantea, como antes de los años 50 comprarse un traje que le sirva desde su boda hasta su mortaja. La moda se encarga de recordarnos que hay que ir a la última y que la ropa envejece demasiado rápido.

Además de afectar a nuestra concepción del mundo y de marcar un futuro de infelicidad contínua, este comportamiento de consumo feroz acarrea serios problemas al planeta. Lo estamos llenando de basura porque cada vez que se estropea algún electrodoméstico lo sustituimos por uno nuevo.

¿El resultado? Los españoles tiramos cada año 646 millones de kilos de basura electrónica. Es tanta que hasta cuenta ya con un término propio que la define: la e-basura. Para hacerse una idea más gráfica: con la e-basura generada durante un año en los países de la UE se podría enterrar a un metro de profundidad a una ciudad de 3 millones de habitantes.

Sin embargo, esta e-basura se produce en los hasta ahora denominados países ricos y se envía a los países pobres. Es cierto que estos envíos de basura electrónica están prohibidos por la normativa internacional, pero –como suele ser habitual cuando hablamos de situaciones ‘incómodas’ para los ricos, la normativa no se cumple. El Convenio de Basilea, que regula la importación y exportación de desechos peligrosos es papel mojado.
En Ghana, uno de los países perceptores de esta e-basura un estudio realizado sobre contaminantes en los alumnos de una escuela en las afueras de Accra, la capital del país, reveló niveles de plomo y cadmio hasta 50 veces por encima de los niveles máximos de riesgo para la salud. Contaminantes que han llegado hasta los niños porque una de las tareas que realizan es recoger circuitos de la basura de alta tecnología en los vertederos para vender el cobre y poder llevar algo de dinero a casa. Las consecuencias no sólo para la salud de las personas, sino para el ecosistema son devastadoras: el cádmio de una sola pila puede contaminar hasta 600 mil litros de agua y el plomo y el mercurio son metales pesados altamente nocivos.

Para los países pobres nuestra basura es una fuente de ingresos. Veamos un ejemplo: 100.000 teléfonos móviles pueden contener casi 2 kilos y medio de oro, equivalentes a 130.000 euros, más de 900 kilos de cobre, valorados en 100.000 euros y 25 kilos de plata que se pueden vender por más de 27.000 euros.

La UNU, el Programa de Medio Ambiente de la ONU, la Agencia de Protección Medioambiental de EEUU (EPA), universidades y empresas como Dell, Microsoft, Hewlett Packard (HP) o Philips se han unido en la iniciativa 'Solucionar el Problema de E-Basura'
Esta iniciativa, pretende homologar los procesos de reciclado globalmente para recuperar los componentes más valiosos de la basura electrónica, extender la vida de los productos y armonizar las legislaciones y políticas.

Sin embargo, aunque el reciclaje puede minimizar el problema, la clave está en nuestra forma de vida. ¿Realmente necesitamos cambiar -por ejemplo- de celular cada año? La única solución no es el reciclaje: es un cambio de concepto que erradique ese consumismo social que nos hace infelices, nos convierte en generadores e basura y nos mancha las manos con las enfermedades que estamos promoviendo en los países pobres.



Puedes escucharlo en ONDA ENCANTADA: La Voz de la Ciudad.
http://ondaencantada.es/tag/ricardo-gamaza/