UN PASO HACIA UNA NEOREFORMA AGRARIA: LOS HUERTOS COMPARTIDOS
La producción de alimentos crece a una media de un 25
por ciento cada década en todo el mundo. Si se toman sólo las cifras de
producción láctea se obtienen un dato revelador: cada persona del mundo podría
tomar un vaso de leche al día. Si hablamos de carne, la producción mundial permitiría
comer 100 gramos de carne por persona al día.
Sin embargo, la estadística poco tiene que ver con la
realidad. Si en 1990, según datos de la FAO, 842 millones de personas sufrían
hambre, el año pasado el hambre afectaba a 1.020 millones de seres humanos: No
es sólo un aumento del hambre en cifras globales, sino también en porcentaje de
la población mundial.
Si globalmente se producen alimentos como para dar de
comer a toda la población del planeta, ¿por qué sigue existiendo el hambre?
¿Cómo es posible que cuanto más alimento se produce, haya más hambre en el
mundo? La respuesta está en el propio sistema: los alimentos se contemplan como
un producto de cambio, no como un bien esencial. Por eso en algunos casos el
mercado prefiere tirar los excedentes a enviarlos a zonas donde la gente pasa
hambre, porque en ese caso estarían afectándose los precios.
Ahora con la explosión de la burbuja inmobiliaria gran
parte de los especuladores bursátiles se han recolocado en el mercado primario
y ya hay grandes especulaciones sobre productos básicos como el trigo o el maíz
para influir en su precio y producir beneficios.
Ante esta situación de globalización salvaje del
sistema alimentario, en 1996 durante la Cumbre Mundial de la Alimentación de la
Organización par la Alimentación y la Agricultura, la FAO, nació un nuevo
concepto revolucionario: La soberanía alimentaria.
¿Qué es la Soberanía Alimentaria? Es la capacidad de cada pueblo para definir
sus propias políticas agrarias y alimentarias de acuerdo a objetivos de
desarrollo sostenible y seguridad alimentaria. Ello implica la protección del
mercado doméstico contra los productos excedentarios que se venden más baratos
en el mercado internacional, y contra la práctica del dumping, o lo que es lo
mismo: la venta por debajo de los costes de producción.
Este nuevo concepto, constituye una ruptura con
las reglas de mercado impuestas por Organización Mundial del Comercio. La
soberanía alimentaria incide además en la importancia del modo de producción de
los alimentos y su origen. No debería valer, como hasta hora, producirlo todo
al menor coste… se trata de ver a la agricultura más allá de cuestiones
económicas, con repercusiones ambientales y sociales.
Filosóficamente y sobre el papel parece una
buena y solidaria idea. Pero ¿cómo se lleva a cabo? Mediante producciones
locales y en lo posible tendentes al autoabastecimiento. Parece complicado,
sobre todo para los que quieran hacerse productores y no dispongan de tierra
para cultivar… o al contrario: los que poseen terreno pero no saben o desean
convertirse en agricultores.
Huertos compartidos es un proyecto que
soluciona ese problema y lo hace contando como apoyo principal con las nuevas
tecnologías, con Internet. Santi Cuerda, coordinador de Huertos Compartidos
punto es, explica que en otros
países esta idea es una realidad con muchos seguidores. Santi Cuerda….
Huertos compartidos es simplemente un medio de
contacto entre personas que quieran
cultivar un huerto con otras que posean tierras pero no tiempo o recursos para
sacarles partido. La cosecha se comparte al 50%, y ambos salen ganando al
llevarse a casa fruta y verdura tan gratuita como saludable. No hay agentes
tóxicos por ninguna parte… tampoco el dinero.
El mecanismo de participación es sencillo:
propietarios y hortelanos se registran en la web y acceden a una lista donde
localizar y contactar a posibles interesados en compartir. El registro tiene un
coste simbólico de dos euros, uno para poder buscar huerto u ofrecer terreno, y
otro para recibir el modelo de contrato que finalmente elijan los usuarios.
"La cuota es un filtro que evita que se inscriba gente sólo por curiosidad",
explica Santi Cuerda.
Para poder participar en esta iniciativa hay tres
condiciones: que la agricultura practicada sea ecológica; que la cosecha no se
venda, sino que sea para el autoconsumo de las partes; y que la cesión del
terreno sea gratuita.
Una práctica de trueque que sin duda si se extiende
puede quebrar el sistema de producción globalizada de alimentos.
De momento, Huertos Compartidos que arrancó a
principios de año, tiene ya más de medio millar de usuarios registrados, entre
hortelanos y propietarios, y la web: tres uve dobles punto huertos compartidos
punto es, ha recibido ya más de 60.000 visitas. Es sin duda un paso importante
para crear un nuevo sistema social pensado para las personas y no para los
mercados. A lo mejor esta es la nueva reforma agraria que necesita el mundo…